domingo, 7 de junio de 2015

Capítulo 1. Presentaciones





Silencio. Silencio. Silencio, es lo único que percibía. Hacía pocos meses que vivía sola y todavía no se había acostumbrado a ese maldito silencio. No lo soportaba, siempre había estado rodeada de gente pero de pronto si haberlo previsto se vio completamente sola. Se encontraba en su habitación, una habitación que hacía que su dolor incrementará pero que inevitablemente se sentía atraída por ella. Estaba adornada de una forma muy simple: una cama estilo japonés por si se movía mucho intentando dormir no caerse al suelo (más de una vez le había pasado) de un color marrón oscuro (aunque siempre la había preferido negra, cuando se dio cuenta de la cantidad de polvo que acumulaba en la tienda decidió escoger otro color más claro); había dos mesillas de noche y un tocador, su más apreciada posesión pues lo había heredado de su bisabuelo. Era un tocador antiguo de madera lo encontró abandonado en la casa de sus padres así que decidió pintarlo de color blanco y darle una nueva vida.

Miró a la derecha, nada; luego giró la cara a la izquierda como si por cambiar de lado cambiase en el algo el hecho de que estaba sola. En ese momento las cortinas empezaron a moverse como si alguien más estuviese en la habitación “pero eso imposible” pensó, rápidamente se levantó de la cama notaba como su pecho se movía de dentro hacía fuera a un ritmo vertiginoso. Justo en el momento en el que creía que su corazón no iba a aguantar esa angustia mucho tiempo más, alargó la mano y descorrió las cortinas con un movimiento violento. Su ánimo cayó en picado cuando vio a su perro corriendo en dirección a la cocina, volvió a tumbarse en la cama escuchaba como su respiración volvía a regularse mientras cerraba los ojos y comenzaba a recordar, desde hace un par de semanas es a lo que se dedicaba. En esos momentos nadie podía molestarla, solo estaban ella y él.
Justo en ese momento en otro lugar de la ciudad una chica de unos veintitantos tecleaba con fuerza su ordenador, tenía una mirada de loca (era la que se le ponía cuando estaba concentrada). Miró de nuevo la pantalla para releer lo que había escrito:

A una hora de la mañana, Rosmery se encontraba limpiando su casa cuando escuchó el sonido de un coche. Rápidamente se tumbó en el suelo que tan limpio había dejado, y como esperaba el sonido del timbre interrumpió el silencio. Empezó a respirar muy, muy despacio para poder serenarse no quería ser descubierta. Otro timbrazo, Rose cruzó los dedos “¿por qué tiene que seguir viniendo?, ¿por qué?” pensó, nadie le había dicho que romper sería tan difícil y que encima se lo iban a estar recordando día sí y día también”.

Sonríe satisfecha, no pensaba que escribir sobre su vida le resultaría tan fácil. Igual que antes nadie le había abandonado, “hay una primera vez para todo” le había dicho su padre. Por eso cuando leyó en una de sus revistas preferidas que una buena forma de superar una ruptura era hablar de ella, decidió que mejor que escribir sobre ella. Aunque había alterado algunos detalles casi todo era la verdad salvó quizás un detalle muy relevante ella era la dejada y no la que dejaba como siempre.
Ringggggg “Mierda” pensó, miró la hora 13.00 p.m sabía perfectamente quien estaba llamando lo había estado haciendo durante una semana, desde que se había enterado de la ruptura; no le apetecía mucho coger el teléfono pero si no lo hacía iba a seguir insistiendo hasta que lo cogiese. Alargó la mano y cogió el móvil.

-Hola, papá- dijo sin mucho entusiasmo.

-Hola Julieta-

"Ya empezamos, seguro que me pregunta que como estoy o como lo llevo. Siempre lo mismo, ojalá dejase de llamar todos los días" pensó Julieta.

-¿qué tal?- preguntó su padre.

-Como ayer, nada nuevo me ha sucedido en estas 24 horas. Papá se que te preocupas por mí pero estas llamadas no me hacen ningún bien, además si algo emocionante me sucediese tranquilo serías la primera persona en enterarte- contestó Julieta, no quería parecer demasiado borde pero es que ya estaba llegando a su límite .

-Ya lo sé hija pero es que me preocupo por ti. Además no te llamaba solo por eso listilla, quería recordarte que la semana que viene es el cumpleaños de tu querido hermano y como sabes hace mucho que no estamos toda la familia reunida…

El padre de Julieta siguió hablando pero ella ya no le prestaba atención, había olvidado por completo el cumpleaños de su hermano y aunque quería a su hermano no estaba preparada para una celebración y menos si sabía que él iba a estar ahí.

De pronto una imagen empezó a abrirse paso por su mente, hacía muchos días que había podido controlar el recordarle pero su padre había abierto sin querer una brecha que ella creía que estaba cerrada. Y ahí estaba en todo su esplendor tan guapo como siempre, era rubio oscuro tenía los ojos grandes de un azul cielo que te invitaban a perderte en ellos, y cuantas veces se había perdido Julieta en ellos. Le seguía un cuerpo en forma pero no en demasiada, tenía unas piernas largas y esbeltas. Pero no solo resultaba impactante con el físico sino que encima la personalidad también le acompañaba. Era muy sociable, divertido cualidad que era indispensable para Julieta, casi nunca se ponía de mal humor salvó los días que tenían reunión en el trabajo (les sacaba de quicio), siempre tenía detalles con ella aunque no hubiese nada que celebrar. Y lo mejor de todo es que era amigo de su hermano desde siempre, eso le daba muchos puntos a su favor porque Julieta de forma indirecta también lo conocía desde siempre, no tuvo que crear un aire de misterio para poder ligárselo ni disimular cuando hablaban de algún tema que no le interesase. Desde el primer momento habían sido como ellos eran realmente y esta época era una cualidad que estaba muy infravalorada.

-¿Hola? ¿Hola?- le interrumpió su padre- ¿me estás escuchando? Oye no habrás tenido la indecencia de soltar el teléfono y haberte ido ¿no?

-No, papá ¿pero qué dices? Solo estaba pensando en mis cosas, nada que te importe- concluyó Julieta exasperada.

-Bueno, entonces ¿vas a venir al cumpleaños de Jake?- preguntó su padre.

Julieta, Julieta piensa una buena excusa para no poder ir, apareció este mensaje en su cerebro. ¿Algo del trabajo? Sugirió su duendecillo bueno sabiendo que lo mejor es no ir a verle. Pero si no vas puede que lo pierdas para siempre, a lo mejor tienes algunas oportunidad de recuperarle dijo su duendecillo maligno. Julieta se había planteado muchas veces llamarlo y pedirle que vuelva con ella, pero siempre había sido en momentos de borrachera extrema donde sus amigos sabiendo que iba a ocurrir eso le habían quitado el móvil antes por lo que al final nunca lo llamaba. Pero estando sobria nunca se lo había planteado le había hecho mucho daño y todavía no estaba muy segura de por qué le había dejado. De repente una idea apareció de la nada y obtuvo la respuesta a su dilema.

-Claro que iré como voy a dejar la oportunidad de reunirme con la familia de nuevo- dijo Julieta con una sonrisa maquiavélica en su rostro.


Lluvia, lluvia eso es lo que ha habido en estos tres días, una lluvia agobiante a punto de convertirse en el diluvio universal. Katherine estaba asomada a la ventana no veía nada incluso la casa morada parecía como si no existiese, no le gustaban los días de lluvia le deprimían y hoy no necesitaba deprimirse. Por fin había llegado uno de los días más importante de su vida, para Katherine había habiado varios días importantes en su vida primero el día que finalmente se independizó de sus padres, cosa que hizo hace mucho tiempo. Segundo cuando te compras tu primera casa, para eso todavía quedaba tiempo ya que solo quería comprarse una casa cuando estuviese preparada para ,formar una familia y con eso llegamos al tercero tener hijos claro que para eso tienes que conocer a la persona de tu vida que eso ocuparía el cuarto lugar. Y por último el día en que consigues tu trabajo deseado y ese día se encontraba Katherine.

Katherine se había puesto un traje pantalón de color gris que hacía que sus ojos resaltasen. Se había planchado su melena rebelde pero no sabía si la lluvia le dejaría el pelo en paz o lo convertiría en una melena leónica. No se había maquillado mucho solo unos toques de colorete y una fina línea de eyer line negro que hacía sus ojos mucho más grandes de los que era.

Llevaba mucho tiempo esperando una entrevista así, después de terminar su carrera de Comunicación Audiovisual solo había conseguido trabajos secundarios que nada tenían que ver con su carrera. Pero por fin le había llegado su oportunidad: trabajar como dobladora de películas, series… Aunque en su carrera no habían profundizado mucho en el tema si que le había llamado la atención ese aspecto de la “farándula”, por eso al salir de la universidad hizo cursos para coger más tablas. Después de cuatro años intentando abrirse paso en ese mundo, nuestra amiga la suerte llamó a su puerta.

Katherine volvió a mirarse en el espejo una vez más, no quería dejar nada fuera de su sitio ni un pelo, ni una raya difuminada, ni una arruga en su impecable y carísimo traje. Sonrío cuando comprobó que todo estaba en su sito, cuando lo hizo se dio cuenta de que tenía algo entre sus dientes

-¡Ahhhhhhhhh!- gritó -¿qué es esto?

Rápidamente fue al cuarto de baño abrió el primer cajón de lavamanos con brusquedad y sacó su caja de hilo dental, se llevó uno a sus no tan impolutos dientes y con una gran satisfacción sacó esa pequeña imperfección. Tiró el hilo a la basura, a la vez que miraba su reloj marcaba las 11:30 am “voy bien de tiempo, pero mejor será que salga ya” y con este pensamiento se dirigió a la puerta con el presentimiento de que algo importante iba a suceder.

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