jueves, 1 de octubre de 2015

Extracto VI


La paciencia no es una de mis virtudes, siempre quiero que todo ocurra en el momento en el que lo necesito, conocer a alguien ya, comer porquerías al instante... pero me he dado cuenta que a lo largo de este año he ido ganando en paciencia, sobre todo en paciencia con los hombres. 

Mi ex era un chico extraordinario, tenía todas la cualidades que buscaba. Entonces os preguntaréis ¿Por qué lo dejasteis si todo era tan maravilloso? Pues resulta que esto del amor es un cachondeo, llega un momento en que la magia se acaba y dejas de sentir lo mismo por esa persona. Después de estos antecedentes, pues volver al mercado como que no fue tarea fácil. Conocí a varios chicos y viéndolo con perspectiva ninguno era el adecuado para mí, yo estoy acostumbrada a unas cosas y, no sé como, en todos los que me fijaban eran totalmente lo contrario (se dice que cuando acabas con alguien intentas buscar lo contrario a lo que tenías, te autoengañas de que es eso lo que necesitas, cuando es al revés). 

Llegó un punto en el año en el que dije no voy a ser una impaciente, no voy a ilusionarme con nadie antes de tiempo y voy a tomarme las cosas con calma. Y así ha sido, sin quererlo ni comerlo he conocido a gente más interesante que cuando buscaba a ese alguien con tanto ímpetu, parece una tontería pero eso de que cuando no buscas es cuando llega, puede que sea cierto. 

Todavía sigo siendo una impaciente en muchas aspectos, pero creo que ya aprendí la lección de que si vas con prisas en el tema amoroso, puedes que te pierdas muchas cosas por el camino.

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